“¿Puede llamarse Dios a un enfermo
que construye un mundo en ardor febril
para aniquilarlo, al poco, en sus escalofríos?
¿El destino del mundo no es otro que su helarse y abrarsarse?
¿No es, tan sólo, un hijo de los dioses,
al que le ha caído en suerte
este mundo cual juguete de colores,
que tan pronto le divierte como lo maltrata,
sin otro poder que balbucear sus deseos?
Lenau, “Los Albigenses” (Cátaros).
que construye un mundo en ardor febril
para aniquilarlo, al poco, en sus escalofríos?
¿El destino del mundo no es otro que su helarse y abrarsarse?
¿No es, tan sólo, un hijo de los dioses,
al que le ha caído en suerte
este mundo cual juguete de colores,
que tan pronto le divierte como lo maltrata,
sin otro poder que balbucear sus deseos?
Lenau, “Los Albigenses” (Cátaros).
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