EL GRAAL Y EL REY



Cuando en tiempos de crisis una nueva élite o un líder carismático detenta el Poder, con intenciones de restauración regia, debe apresurarse a LEGALIZAR su situación; pues sino otra élite o líder vendrá a cuestionar sus títulos e intentará también ocupar el lugar vacante, sucediéndose así una interminable serie de batallas (políticas o militares). Pero si hay lucha por el Poder, NADIE TIENE SU CONTROL; y puede ocurrir que al final el reino acabe dividido entre varias facciones. Es necesario dirimir la cuestión, consultar a un juez infalible, a una autoridad indiscutida y trascendente. Aquí es donde se plantea la necesidad de recurrir al Gral. ¿Por qué al Gral? Porque el Gral es también la TABULA REGIA, la “lista de reyes”; ÉL DICE QUIEN DEBE GOBERNAR, A QUIÉN LE CORRESPONDE REGIR, PORQUE ÉL REVELA QUIÉN TIENE LA SANGRE MÁS PURA. Pero esta revelación no es simplemente oracular y arcana, sino que por mediación del Gral la pureza del líder, su derecho a la conducción, será conocida por todos y reconocida por todos, carismáticamente. De allí que el loco puro, de linaje hiperbóreo pero de estirpe plebeya, luego de encontrar el “Gral” sea “reconocido por el pueblo” como rey indiscutido. Cuando un linaje hiperbóreo confía en la luz del Gral para la elección de sus líderes, puede decirse con propiedad que se sucederá una dinastía de “Reyes del Gral”. Durante el reinado de uno de éstos puede pasar que el linaje alcance un grado tan elevado de pureza que se haga digno de obtener la custodia de la Runa de Oro. Es lo que ocurrió, por ejemplo, en el siglo XIII en el condado francés de Toulouse, cuando la Runa de Oro fue confiada a los Perfectos Cátaros. (Se alegará contra esta afirmación que los Cátaros eran maniqueos, es decir, herederos de una tradición gnóstica, y que ése es el motivo por el cual fueron aniquilados, existiendo sólo una relación circunstancial entre ellos, los condes de Toulouse y la población occitana. Tal argmento, de origen Druida-moderno, intenta desviar la atención del hecho más importante de la epopeya cátara: su relación con el Gral.Un tema conectado con la propiedad que posee el Gral de ser Tabula Regia es el del Mesías Imperial y su imitación, el Mesías Judío. En principio digamos que se es Rey del Gral por la pureza de sangre, atributo absolutamente individual que no depende de la raza, ni de la estirpe, ni de ningún patrimonio material. Un Rey del Gral exhibe virtudes puramente personales tales como el valor, la intrepidez o el honor, y jamás fundamenta su prestigio en las posesiones materiales o en el valor del oro. La autoridad de un Rey del Gral, por estas razones, proviene exclusivamente de su carisma personal, el que se extiende al resto del pueblo merced a la “vinculación” que se establece entre el Rey y CADA UNO DE ELLOS, en su sangre, POR MEDIACIÓN DEL GRAL: es el principio de la Mística psicosocial. Por eso un Rey del Gral, EN SU COMUNIDAD, es reconocido por el pueblo. Naturalmente que TODOS LOS PUEBLOS tendrían su Rey del Gral si la acción de la Sinarquía y de la raza hebrea, con su “Democracia”, Socialismo, Comunismo, etc., no hubiesen usurpado la función regia. De todos modos cabe preguntar: ¿habría a nivel universal para los linajes hiperbóreos la posiblidad de que un Rey del Gral fuese reconocido por todos? Se trataría aquí de un personaje de innegable pureza, cuya majestad resultaría evidente para todos los linajes de la Tierra, los que podrían aceptar o no su potestad, pero a quien no podrían negar el derecho de regir. Bien, es fácil responder entonces que el único Señor que acredita, para todos los linajes hiperbóreos, tal derecho, es Cristo-Lúcifer. Si Él se presentase ante los linajes hiperbóreos, su derecho A REGIR POR LA SANGRE, basado en su innegable pureza, podrá ser aceptado o no, pero jamás negado.

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